Hoy quiero dedicar este post a los sufridos abuelos, esos pobres a los que les ha tocado vivir esta generación en la que prácticamente es imprescindible que trabajen los dos progenitores, en la que los horarios de trabajo son poco compatibles con los de los niños, en la que eso de conciliar la vida laboral y familiar por lo general no es más que una utopía, y ahí están ellos, que ya tuvieron lo suyo criándonos a nosotros, disponibles y dispuestos en la mayoría de los casos, obligados en otras, para hacerse cargo de los nietos, nuestros hijos.