domingo, 26 de febrero de 2012

El arroz de las 5

Los ingleses tienen costumbre de tomar el te de las 5, pero en mi familia, desde hace algunas generaciones, tomamos el arroz que no te has terminado de comer en la comida ¿verdad mamá?

Recuerdo perfectamente, como si fuera ayer, quedarme sentado en la mesa durante horas delante de un plato de arroz. Por aquel entonces, tenía yo 6 o 7 años, íbamos al colegio todos los días por la tarde, de 3 a 4 y media si no recuerdo mal, y salíamos a mediodía a la 1 para ir a casa a comer. El día que tocaba arroz yo intentaba comérmelo, pero era algo superior a mí y no podía. Mi madre se enfadaba conmigo y decía -pues eso es lo que hay, te quedas ahí sentado hasta que sea la hora del colegio y cuando vuelvas ahí lo tienes otra vez, hasta que te lo comas-, y efectivamente así era, cuando llegaba la hora me levantaba y me iba al colegio sin haber comido otra cosa. Lo peor era que al volver del colegio, yo ya me había olvidado del plato de arroz, y ahí estaba, en la mesa esperándome, mi madre volvía a sentarme delante de él toda la tarde si era preciso hasta que me lo comiera, cosa algo difícil, pues por aquel entonces no había microondas y me lo tenía que comer frío. Pero gracias a la intervención de la vecina de abajo que subía y le decía a mi madre -pero Paqui no te da lástima, pobrecito...- alguna vez conseguía librarme, otras me acababa comiendo el arroz como fuese.

Pues ayer volví a recordar esa imagen, le prometí a mis hijos ir al cine por la tarde a ver Los Muppets, pero claro con la condición de que no se portaran mal durante el día. A la hora de comer preparé un riquísimo arroz con pollo, porque ahora el arroz me encanta, hasta el de mi madre, pero dos de los tres no se lo comieron, -¿no queréis comer?, sin problema-, se levantaron de la mesa y se fueron a su cuarto donde al rato se quedaron dormidos. Durante la sobremesa estuve pensando que hacer, pues la verdad es que quería ir al cine con ellos, pero si les había dicho que no íbamos si no se comían la comida ahora no debía contradecirme, así que, cuando dieron las 5, les pregunté a los dos si querían ir al cine, a lo que respondieron lógicamente que sí, y les dije que para ir al cine tenían que terminarse la comida. Los dos se sentaron en la mesa delante de sus platos, previamente calentados, y acabaron comiéndose el arroz.

Así, todos juntos pudimos disfrutar de una fantástica tarde de cine con palomitas incluidas.

Ah! Por cierto, les encantó la película y tuve que contarles las cosas que yo recordaba de Los Muppets, o los Teleñecos como muchos los hemos conocido. Ahora quieren que busquemos las pelis antiguas para verlas en casa.
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