El martes fue día de recogida notas, de clase en clase, de profesora en profesora, son profesoras las tutoras de los tres, hicimos la ruta por todo el colegio durante parte de la tarde.
Era la primera evaluación tras la separación, y aunque convencido de que no iban a tener malas notas, tenía la intranquilidad de que alguna de las profesoras comentara que había notado cambios en el comportamiento o rendimiento de cualquiera de ellos.
Y cuando te dicen que las notas son excelentes, que son niños muy buenos y muy listos, que están muy contentas con ellos y que no han notado ningún cambio negativo en su actitud, sino más bien al contrario, tienen menos "rabietas" y se les ve alegres, más responsables, colaboradores en clase, cariñosos, pendientes unos de otros... no puedes evitar emocionarte y sentirte orgulloso de tener unos hijos así.
Las profesoras te cuentan anécdotas, y ellas mismas se asombran de la madurez y normalidad con la que hablan de su nueva situación -mis padres se han separado y ahora mamá vive en otra casa-, cuando comentan -este fin de semana me toca irme a casa de mamá- y, ante la extrañeza de los compañeros, explican que no es la misma casa que la de papá porque viven en casas distintas, o cuando, con una madurez inusual para su edad, alguno expone que aunque ese fin de semana le gustaría más estar con el otro, mamá o papá, no pasa nada, -porque me conformo con quien me toque-.
Te das cuenta de que no es sólo tu visión de tus hijos, totalmente parcial, sino que otras personas que están en el día a día con ellos también opinan que son unos niños maravillosos, estupendos y que están sobrellevando todo este cambio con mucha naturalidad.
Ante tanta demostración de madurez y responsabilidad por parte de mis hijos, y el ejemplo que están dando, sólo espero, como padre, poder estar a la altura de ellos, porque se merecen lo mejor.
Era la primera evaluación tras la separación, y aunque convencido de que no iban a tener malas notas, tenía la intranquilidad de que alguna de las profesoras comentara que había notado cambios en el comportamiento o rendimiento de cualquiera de ellos.
Y cuando te dicen que las notas son excelentes, que son niños muy buenos y muy listos, que están muy contentas con ellos y que no han notado ningún cambio negativo en su actitud, sino más bien al contrario, tienen menos "rabietas" y se les ve alegres, más responsables, colaboradores en clase, cariñosos, pendientes unos de otros... no puedes evitar emocionarte y sentirte orgulloso de tener unos hijos así.
Las profesoras te cuentan anécdotas, y ellas mismas se asombran de la madurez y normalidad con la que hablan de su nueva situación -mis padres se han separado y ahora mamá vive en otra casa-, cuando comentan -este fin de semana me toca irme a casa de mamá- y, ante la extrañeza de los compañeros, explican que no es la misma casa que la de papá porque viven en casas distintas, o cuando, con una madurez inusual para su edad, alguno expone que aunque ese fin de semana le gustaría más estar con el otro, mamá o papá, no pasa nada, -porque me conformo con quien me toque-.
Te das cuenta de que no es sólo tu visión de tus hijos, totalmente parcial, sino que otras personas que están en el día a día con ellos también opinan que son unos niños maravillosos, estupendos y que están sobrellevando todo este cambio con mucha naturalidad.
Ante tanta demostración de madurez y responsabilidad por parte de mis hijos, y el ejemplo que están dando, sólo espero, como padre, poder estar a la altura de ellos, porque se merecen lo mejor.
¡Enhorabuena! son unos niños estupendos y me alegro de que lleven tan bien la situación. Un beso
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