martes, 27 de marzo de 2012

Mi cambio de hora

El cambio de hora entiendo que supone un gran ahorro energético en general, por aquello de adaptar las horas de sol al horario laboral, pero, hasta ahora, a mí sólo me está suponiendo un gasto extra de energía (personal) para poder adaptar a mis hijos.

Apenas llevamos un par de días, y es cierto que el domingo por la mañana no nos afectó, tan sólo a mí que no sabía a que hora tenía que ponerme el despertador para ver la Formula 1. Ellos se fueron levantando a su libre albedrío y poco a poco nos pusimos en marcha, estando antes de las 12 (con la hora cambiada) vestidos de domingo y en la calle. El día transcurrió con normalidad, incluso cenaron bien pese a ser una hora antes, pero el problema vino en el momento de irse a la cama. Intenté calmarlos, les conté un cuento como de costumbre y después les pedí que se mantuvieran en silencio cada uno en su cama leyendo un poquito, pero nada, les oía hablar, jugar, reirse... y así estuvieron un buen rato, hasta que al final, ya con la las lamparitas apagadas, fueron cayendo poco a poco.

Y claro, ayer lunes no había quien los levantase de la cama, remolones se metían bajo las sábanas como vampiros huyendo de la luz, prácticamente tuve que arrastrarlos uno a uno fuera de sus camas, "luchar" con ellos para que se vistiesen e hicieran sus tareas, -estamos muy cansados y tenemos mucho sueño-, y como consecuencia, llegamos tarde al colegio, ya pasadas las 9, cuando normalmente los dejo sobre las 8.

Pero lo peor de este cambio de hora es cuando están jugando en la calle, aun no se ha puesto el sol, y les dices que tenemos que irnos a casa, que ya es la hora. Entonces vienen las protestas, ellos que entienden que cambio de hora, y hace tan solo unos días les decías "vámonos para casa que ya es de noche", pues ahora esperan que utilices el mismo argumento, y cuando te dicen "pero papá, es que todavía no es de noche..." ahora qué les respondes.

Reconozco que normalmente mis hijos son los primeros que se suben a casa y suelen protestar un poco porque ven que sus amigos se quedan jugando, pero claro, hay que tener en cuenta que los tengo que despertar poco después de las 7 de la mañana, y que lógicamente tienen que dormir suficientes horas, por lo que antes de las 8 de la tarde solemos estar ya en casa, ducha, cena y a las 9 en la cama. Esto a veces me genera cargo de conciencia, por ellos, porque da la impresión que por el trabajo y la necesidad de dejarlos temprano en el colegio le quitamos horas de juego.

Pensando en esto me he acordado de cuando éramos pequeños, no he llamado a mi madre para preguntarle a que hora nos acostaba, pero sí me he puesto a buscar aquellos dibujos que ponían en la tele, cuando teníamos tan solo un par de canales, para mandarnos a la cama. Los que estén aun en la treintena, como yo, recordarán más a Casimiro, y los de más de cuarenta seguramente a La Familia Telerín.


Pues bien, leyendo la referencia de wikipedia sobre La Familia Telerín, resulta que en invierno lo ponían a las 20:30 y en verano a las 21:00. La verdad es que saber esto me ha quitado un poco de cargo de conciencia.


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