Eso de la custodia compartida de los hijos, el que pasen una parte de su tiempo con un progenitor y otra con el otro, está muy bien por los niños que no se ven privados del trato habitual con ninguno de ellos, pero, incluso cuando los padres tienen una relación cordial y buena comunicación, ¿cómo se mantienen, por separado, las mismas pautas y criterios a la hora de educar a los hijos?
En mi caso, la educación de los niños ha sido siempre cosa de dos, implicándonos ambos prácticamente por igual, aunque pudieran estar a diario más tiempo con uno que con otro por cuestiones laborales. Las decisiones a tomar han sido siempre consensuadas entre ambos, manteniendo un criterio similar, sin discrepancias, formando un equipo, y comentando las pequeñas diferencias, si las había, en privado y no delante de ellos, algo que recomiendan en todos los libros para padres.
Ayer, mis hijos pasaban la tarde con su madre, y ésta me llamó para pedirme mi opinión sobre si debía acceder a algo que le estaban pidiendo los niños. Esto que podría ser lo habitual en una pareja con hijos, no lo es tanto cuando los padres están separados, pues la comunicación entre ellos suele ser menos frecuente y detallada que cuando conviven juntos. Ella, que los había recogido esa misma tarde al salir de las actividades extraescolares, no tenía conocimiento de como habían estado durante el día ni el día anterior para valorar si merecían ese "premio", de ahí que quisiera consultarlo conmigo, cosa que agradezco.
Claro que esto que podría ser ideal, no es lo habitual. Lo normal es comentar casos puntuales cuando uno hace alguna trastada o tiene un comportamiento que llame la atención para que el otro también lo sepa y poder actuar de la misma forma cuando esté con cada uno. Pero en el día a día hay muchas cosas que dejan de comentarse, y por lo tanto hay hechos, actitudes y comportamientos de tus hijos que vas dejando de conocer, así como la forma de afrontarlas por el otro.
La educación de nuestros hijos ha sido muy importante a la hora de formar una familia, numerosa además como la nuestra, y ahora se ve desvirtuada por nuestra separación, provocando que ineludiblemente cada padre vaya tomando criterios particulares a la hora de educar a los mismos hijos, porque las circunstancias y el entorno de cada uno es diferente y debe tomar decisiones en el momento, sin consultarlas previamente.
Yo espero que, en la medida de lo posible, en todo lo que respecta a nuestros hijos sigamos manteniendo unos criterios uniformes, así como una comunicación fluida siempre que sea necesario para poder educarlos con unas pautas más o menos similares.
En mi caso, la educación de los niños ha sido siempre cosa de dos, implicándonos ambos prácticamente por igual, aunque pudieran estar a diario más tiempo con uno que con otro por cuestiones laborales. Las decisiones a tomar han sido siempre consensuadas entre ambos, manteniendo un criterio similar, sin discrepancias, formando un equipo, y comentando las pequeñas diferencias, si las había, en privado y no delante de ellos, algo que recomiendan en todos los libros para padres.
Claro que esto que podría ser ideal, no es lo habitual. Lo normal es comentar casos puntuales cuando uno hace alguna trastada o tiene un comportamiento que llame la atención para que el otro también lo sepa y poder actuar de la misma forma cuando esté con cada uno. Pero en el día a día hay muchas cosas que dejan de comentarse, y por lo tanto hay hechos, actitudes y comportamientos de tus hijos que vas dejando de conocer, así como la forma de afrontarlas por el otro.
La educación de nuestros hijos ha sido muy importante a la hora de formar una familia, numerosa además como la nuestra, y ahora se ve desvirtuada por nuestra separación, provocando que ineludiblemente cada padre vaya tomando criterios particulares a la hora de educar a los mismos hijos, porque las circunstancias y el entorno de cada uno es diferente y debe tomar decisiones en el momento, sin consultarlas previamente.
Yo espero que, en la medida de lo posible, en todo lo que respecta a nuestros hijos sigamos manteniendo unos criterios uniformes, así como una comunicación fluida siempre que sea necesario para poder educarlos con unas pautas más o menos similares.
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