martes, 24 de abril de 2012

Los juguetes ordenados

Que bien suena el título de esta entrada, sobre todo para los que somos padres, pero en realidad no es más que el del cuento que a continuación os dejo, aunque podría ser perfectamente la frase que cualquiera de nosotros repite diariamente a sus hijos.

Las consecuencias de este fin de semana, en el que reconozco que he sido algo más permisivo de lo habitual a la hora de que recogieran sus cosas, había provocado que ayer lunes hubiese cosas de mis hijos repartidas por toda la casa. Así que por la tarde tocó zafarrancho poniéndose los tres a recoger y ordenar sus cosas: juguetes, cuentos, lápices, estuches... de ahí que anoche eligiese este cuento para contárselo antes de dormir. Espero que sirva para la próxima vez, aunque la respuesta de Nico al finalizar el cuento fue -¡pero papá, si los juguetes no hablan!-.

Érase una vez un niño que cambió de casa y al llegar a su nueva habitación vió que estaba llena de juguetes, cuentos, libros, lápices... todos perfectamente ordenados. Ese día jugó todo lo que quiso, pero se acostó sin haberlos recogido.

Misteriosamente, a la mañana siguiente todos los juguetes aparecieron ordenados y en sus sitios correspondientes. Estaba seguro de que nadie había entrado en su habitación, aunque el niño no le dio importancia. Y ocurrió lo mismo ese día y al otro, pero al cuarto día, cuando se disponía a coger el primer juguete, éste saltó de su alcance y dijo "¡No quiero jugar contigo!". El niño creía estar alucinado, pero pasó lo mismo con cada juguete que intentó tocar, hasta que finalmente uno de los juguetes, un viejo osito de peluche, dijo: "¿Por qué te sorprende que no queramos jugar contigo? Siempre nos dejas muy lejos de nuestro sitio especial, que es donde estamos más cómodos y más a gustito ¿sabes lo difícil que es para los libros subir a las estanterías, o para los lápices saltar al bote? ¡Y no tienes ni idea de lo incómodo y frío que es el suelo! No jugaremos contigo hasta que prometas dejarnos en nuestras casitas antes de dormir"

El niño recordó lo a gustito que se estaba en su camita, y lo incómodo que había estado una vez que se quedó dormido en una silla. Entonces se dio cuenta de lo mal que había tratado a sus amigos los juguetes, así que les pidió perdón y desde aquel día siempre acostó a sus juguetes en sus sitios favoritos antes de dormir.

Fuente: Cuentos para dormir

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