jueves, 12 de abril de 2012

¿Qué hay de cenar?

Esta pregunta suelen hacerla cuando les mando a ponerse el pijama antes de cenar, y en función de mi respuesta y del hambre que tengan se dan más o menos prisa, siempre hay uno que llega raudo y veloz antes incluso de que esté el plato en la mesa -¡quiero cenar, quiero cenar!-, mientras alguno de los otros realiza el comentario habitual -¡pues yo no quiero eso de cenar!-.

Normalmente durante el fin de semana, que es cuando dispongo de más tiempo, suelo cocinar y así dejo previsto el planning para la semana de mi comida y las cenas de los niños, en función también del menú del comedor del colegio.

Anoche no tenía muy claro que prepararles de cena, en principio estaba previsto que cenaran huevo así que lo normal hubiese sido hacer una tortilla francesa con algo más, pero mira por donde tienes uno de esos días "tontos" en los que te da por hacer algo diferente.

Así fue como, recordando que no hace mucho había visto publicadas unas imágenes de unos fantásticos platos decorados para los niños, me puse manos a la obra a ver que se me ocurría y, encerrándome en la cocina, cosa que enseguida provocó la curiosidad de mis hijos, fui realizando mi obra culinaria.

Huevos duros, una gotita de ketchup, queso rallado, una hoja de canónigo, dos rodajitas de zanahoria, media loncha de jamon york y un par de trocitos de queso en lonchas dieron este resultado.

Dado que no había dado una respuesta clara en cuanto a lo que había de cena y había cerrado la puerta de la cocina, las interrupciones para realizar cualquier tipo de pregunta sin importancia se sucedieron con el fin de averiguar qué se cocía en la cocina, nunca mejor dicho. Y la verdad es no les llegué en ningún momento a dar una respuesta concreta, porque no había pensado un nombre para este plato, que fui creando sobre la marcha con un poco de imaginación y lo que iba encontrando en la nevera, así que sólo les dije -estoy preparando una cena especial que os va a encantar-, algo que no convenció a todos y alguno terminó enfadándose ante tanto misterio.

Una vez terminado, les llamé para que viniesen a ver lo que había para cenar, al que estaba en su cuarto enfadado tuve que insistirle para convencerle, pero al final en su cara se dibujó una sonrisa al ver el plato.

Antes de ponerse a devorar esta cara, el juego consistió en averiguar de que estaba hecha, -esto es queso rallado como el de la pizza-, -esto es zanahoria, pero ¿está cruda?-, -¿papá, esto es perejil o hierbabuena?- a lo que no pude evitar que se me escapara una carcajada.

Mira por donde, de improviso, ayer tuvimos una cena divertida, tanto para ellos al comérsela, como para mí al prepararla y el resultado fue que no quedó nada en ningún plato.


1 comentario:

  1. Yo lo hago siempre que puedo! Los huevos de codorniz y las aceitunas van genial para las "cena-caritas"!

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